Naturally, bureaucrats can be expected to embrace a technology that helps to create the illusion that decisions are not under their control. Because of its seeming intelligence and impartiality, a computer has an almost magical tendency to direct attention away from the people in charge of bureaucratic functions and toward itself, as if the computer were the true source of authority. A bureaucrat armed with a computer is the unacknowledged legislator of our age, and a terrible burden to bear.
Neil Postman (1993). Technopoly: The Surrender of Culture to Technology.
Fuente: Extreme Tech |
Pensemos, por ejemplo, en cómo la viabilidad de diferentes aplicaciones pensadas para actualizar digitalmente las viviendas y edificios (smart homes y smart buildings) se juega tanto en sus funcionalidades como en su inserción dentro de un marco legislativo y regulado relacionado con estándares, limitaciones derivadas de las obligaciones de conservación (por ejemplo, en barrios y edificios históricos catalogados como patrimonio), etc. Todos estos puntos forman parte del mundo de la disputa política, de las preferencias, de las opciones ideológicas y de las vicisitudes sociales. A pesar de ello, es fácil encontrar apelaciones más o menos inconscientes al carácter autónomo de la tecnología actual disponible para el progreso urbano, apoyándose para ello en los grandes datos como vector transversal asociado a la mayoría de las innovaciones que forman parte del catálogo de soluciones smart. En la esfera pública, el mundo de las evidencias hará el resto para conseguir una gestión burocrática y pacífica de la ciudad sin que la política tenga papel relevante en el automatismo de los datos.
Bajo esta lógica, la gestión de la ciudad y de sus servicios asociados quedaría por fin sometida a un sistema de reglas, datos y decisiones objetivas, basadas en los datos, de manera que servirían también para justificar y eludir la responsabilidad de las consecuencias de las decisiones públicas bajo la justificación “no he sido yo, lo dicen los datos”, que dice Usman Haque. Dicho de otro modo, la tecnología ofrece también la ilusión de que a través de ella se pierda no sólo la responsabilidad de las decisiones, sino el control sobre las mismas, un escenario que reflejaría la aspiración última de una gestión pública burocrática que sitúa en los procedimiento, técnicas y, en última instancia, las máquinas la fuente de la autoridad política.
No hay comentarios :
Publicar un comentario