Las cosas van muy rápido. Se presentan como un desconcertante caos que apunta a cambios sociales y políticos incoherentes entre sí o, al menos, ambivalentes. Apuntamos a tendencias en las prioridades y expectativas sociales y de consumo de las nuevas generaciones, a la ruptura de los modelos tradicionales de muchos sectores económicos, a la emergencia de nuevas formas de acción colectiva, a la llegada a las instituciones de nuevas organizaciones políticas, a las formas digitales de acción colectiva propias de la sociedad conectada, a la renovación de las demandas sociales en la ciudad,… Anótense aquí muchas otras dinámicas que tratan de describir qué hay de nuevo en nuestras ciudades y encontraremos una gran variedad de realidades que reflejan una nueva realidad urbana.
Siempre empeñados en descubrir lo nuevo como si fuera un cambio paradigmático en lugar de una sucesión, una herencia o continuación histórica de la que podríamos aprender, pensar la ciudad se ha convertido en un lugar propicio para situar términos que aspiran a dar coherencia a cambios y sucesos que alguien necesita darles unidad. Esta pasión por crear términos programáticos (las ciudades utópicas) o diagnósticos ha sido constante y en los últimos tiempos se ha acrecentado. Llegaron (¿y se fueron?) las ciudades creativas, llegaron (¿dónde están?) las ciudades inteligentes y llegan ahora las ciudades colaborativas.
Sharing cities es el penúltimo término que busca darnos un marco coherente para explicar los ultimísimos cambios en la vida urbana. O la contextualización en el espacio urbano de un término más asentado como el de la sociedad colaborativa. Un término este que ha creado tanta tendencia como confusión, y que trata de explicar al mismo tiempo demasiadas cosas (y no todas necesariamente colaborativas). Por ello, las ciudades colaborativas aún necesitan explicarse mucho.
Este es el objetivo del libro Sharing cities. A case for truly smart and sustainable cities, recientemente publicado por Duncan McLaren y Julian Agyeman, quienes han unido sus bagajes en el activismo social y ecológico y la academia para construir un completo repaso de diferentes tendencias y cambios urbanos. Estamos ante un esfuerzo complejo: reunir conceptos, prácticas y proyectos urbanos de muy diferente orden y mirarlos a la luz de una posición de partida muy clara sobre cómo dar un sentido comunitario a la idea de compartir que vaya más allá del modelo monetario de tantos claroscuros que se ha transmitido a través de la llamada economía colaborativa.
De la economía colaborativa y su ejemplo paradigmático (Uber) a las ciudades compartidas hay un enorme trecho que no es fácil de saltar. No es cuestión de cambiar un sustantivo por otro y aspirar a que el adjetivo no pierda matices o, pero, pierda su sentido. Los autores son muy conscientes de ello y de ahí su empeño en construir un marco ambicioso y abierto con el objetivo de mantener la justicia social como criterio de discernimiento de dónde reside una verdadera ciudad del compartir. Desde su inicial paper preparado para Friends of the Earth en 2013 hasta convertirse en este compendio de reflexiones y tendencias de los últimos años, el libro es una magnífica referencia para evaluar los entresijos de muchas aplicaciones y servicios, teorías, artículos y proyectos municipales conexos a la idea de las ciudades colaborativas. Así, se trata de una mirada amplia, crítica y equilibrada a dinámicas expresamente conectadas al consumo colaborativo, pero también una contextualización de otras dinámicas urbanas de más tradición (desde los proyectos de reactivación de la vida pública en los espacios urbanos hasta los presupuestos participativos en el marco de la idea de las ciudades compartidas, pasando por la reivindicación de la producción colaborativa como elemento olvidado y más rompedor de la ecuación o la reclamación del papel de los municipios y la política local.
El libro está construido con una estructura compleja y puede resultar desigual en su lectura. Caben desde el análisis de estudios sociológicos sobre el papel de la confianza en las sociedades contemporáneas hasta la actualización del movimiento cooperativista en el siglo XXI, desde la contextualización de los movimientos urbanos de protesta hasta la revisión de los modelos de negocio de servicios como Uber, airBnB, etc. Por ello, el libro también cumple con su función de ser a la vez una mirada a diferentes tendencias que quieren asociarse al último término de moda y una crítica fundamentada de los cantos triunfalistas y superficiales en los que se ha apupado la economía colaborativa.
Si el libro What's Yours Is Mine: Against the Sharing Economy, de Tom Slee es una referencia para revisar el lado oscuro de la visión más superficial de la economía colaborativa, Sharing cities supone un acercamiento crítico y propositivo al mismo tiempo sobre qué esperar de este fenómeno desde el punto de vista de la vida y la política urbana.
Siempre empeñados en descubrir lo nuevo como si fuera un cambio paradigmático en lugar de una sucesión, una herencia o continuación histórica de la que podríamos aprender, pensar la ciudad se ha convertido en un lugar propicio para situar términos que aspiran a dar coherencia a cambios y sucesos que alguien necesita darles unidad. Esta pasión por crear términos programáticos (las ciudades utópicas) o diagnósticos ha sido constante y en los últimos tiempos se ha acrecentado. Llegaron (¿y se fueron?) las ciudades creativas, llegaron (¿dónde están?) las ciudades inteligentes y llegan ahora las ciudades colaborativas.
Sharing cities es el penúltimo término que busca darnos un marco coherente para explicar los ultimísimos cambios en la vida urbana. O la contextualización en el espacio urbano de un término más asentado como el de la sociedad colaborativa. Un término este que ha creado tanta tendencia como confusión, y que trata de explicar al mismo tiempo demasiadas cosas (y no todas necesariamente colaborativas). Por ello, las ciudades colaborativas aún necesitan explicarse mucho.
Este es el objetivo del libro Sharing cities. A case for truly smart and sustainable cities, recientemente publicado por Duncan McLaren y Julian Agyeman, quienes han unido sus bagajes en el activismo social y ecológico y la academia para construir un completo repaso de diferentes tendencias y cambios urbanos. Estamos ante un esfuerzo complejo: reunir conceptos, prácticas y proyectos urbanos de muy diferente orden y mirarlos a la luz de una posición de partida muy clara sobre cómo dar un sentido comunitario a la idea de compartir que vaya más allá del modelo monetario de tantos claroscuros que se ha transmitido a través de la llamada economía colaborativa.
De la economía colaborativa y su ejemplo paradigmático (Uber) a las ciudades compartidas hay un enorme trecho que no es fácil de saltar. No es cuestión de cambiar un sustantivo por otro y aspirar a que el adjetivo no pierda matices o, pero, pierda su sentido. Los autores son muy conscientes de ello y de ahí su empeño en construir un marco ambicioso y abierto con el objetivo de mantener la justicia social como criterio de discernimiento de dónde reside una verdadera ciudad del compartir. Desde su inicial paper preparado para Friends of the Earth en 2013 hasta convertirse en este compendio de reflexiones y tendencias de los últimos años, el libro es una magnífica referencia para evaluar los entresijos de muchas aplicaciones y servicios, teorías, artículos y proyectos municipales conexos a la idea de las ciudades colaborativas. Así, se trata de una mirada amplia, crítica y equilibrada a dinámicas expresamente conectadas al consumo colaborativo, pero también una contextualización de otras dinámicas urbanas de más tradición (desde los proyectos de reactivación de la vida pública en los espacios urbanos hasta los presupuestos participativos en el marco de la idea de las ciudades compartidas, pasando por la reivindicación de la producción colaborativa como elemento olvidado y más rompedor de la ecuación o la reclamación del papel de los municipios y la política local.
El libro está construido con una estructura compleja y puede resultar desigual en su lectura. Caben desde el análisis de estudios sociológicos sobre el papel de la confianza en las sociedades contemporáneas hasta la actualización del movimiento cooperativista en el siglo XXI, desde la contextualización de los movimientos urbanos de protesta hasta la revisión de los modelos de negocio de servicios como Uber, airBnB, etc. Por ello, el libro también cumple con su función de ser a la vez una mirada a diferentes tendencias que quieren asociarse al último término de moda y una crítica fundamentada de los cantos triunfalistas y superficiales en los que se ha apupado la economía colaborativa.
Si el libro What's Yours Is Mine: Against the Sharing Economy, de Tom Slee es una referencia para revisar el lado oscuro de la visión más superficial de la economía colaborativa, Sharing cities supone un acercamiento crítico y propositivo al mismo tiempo sobre qué esperar de este fenómeno desde el punto de vista de la vida y la política urbana.
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Este texto fue publicado originalmente en el blog Seres Urbanos de El País el 21 de abril con el título Sharing cities: una mirada crítica y una reivindicación.
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