Esta semana voy a dar unas sesiones en el Master de medio ambiente y tecnologías limpias (cleantech) de la Universidad de Deusto. Es un programa que cubre de manera amplia los diferentes aspectos relacionados con la eco-innovación y en el que tiene cabida también la variable urbana, que es el tema que abordaré estos días.
En este marco sobre la ciudad sostenible he planteado dos grandes bloques. Por un lado, un bloque sobre sobre la importancia de la sostenibilidad de las ciudades en un mundo urbano, en el que cabe un análisis de estadísticas y patrones de urbanización mundial y sus diferencias regionales, así como un repaso a algunas dinámicas de concentración de la economía urbana global en entornos locales. Son algunos elementos de contexto para entrar después en cuestiones más específicas: el cambio climático como expresión de la tensión global-local en relación a los impactos ambientales de esos patrones de desarrollo, un marco para el urbanismo sostenible y los instrumentos de ordenación y planeamiento y, por último, un repaso sintético de nuevas prácticas y tipologías de proyectos urbanos en línea con la sostenibilidad.
El segundo bloque es más cercano aún a las tecnologías limpias de manera específica ya que es el momento perfecto para conectar lo anterior –el contexto urbano- con las tecnologías urbanas y la omnipresente smart city. Aquí, a pesar de ser muy crítico y empeñado en matizar tantas promesas del discurso de la ciudad inteligente, tengo que ser descriptivo, al menos en la primera parte. Así que será una especie de estado de la cuestión en relación a los vectores tecnológicos y los sectores de servicios urbanos más implicados en el desarrollo de una nueva generación de soluciones urbanas sostenibles. Titánico esfuerzo para el poco tiempo disponible, pero estará bien dibujar el contexto y sus actores (gobiernos locales, ciudadanía, empresas tecnológicas, utilities, prestadoras de servicios,…) antes de entrar en la necesidad de urbanizar la tecnología, punto en el que tocará profundizar en el significado de estos cambios tecnológicos, en dónde reside la eco-innovación que prometen y su capacidad real de transformar los patrones de desarrollo sostenible.
Dicho todo esto, en realidad, con no aburrir y poder provocar un buen debate de fondo me conformo.
En este marco sobre la ciudad sostenible he planteado dos grandes bloques. Por un lado, un bloque sobre sobre la importancia de la sostenibilidad de las ciudades en un mundo urbano, en el que cabe un análisis de estadísticas y patrones de urbanización mundial y sus diferencias regionales, así como un repaso a algunas dinámicas de concentración de la economía urbana global en entornos locales. Son algunos elementos de contexto para entrar después en cuestiones más específicas: el cambio climático como expresión de la tensión global-local en relación a los impactos ambientales de esos patrones de desarrollo, un marco para el urbanismo sostenible y los instrumentos de ordenación y planeamiento y, por último, un repaso sintético de nuevas prácticas y tipologías de proyectos urbanos en línea con la sostenibilidad.
El segundo bloque es más cercano aún a las tecnologías limpias de manera específica ya que es el momento perfecto para conectar lo anterior –el contexto urbano- con las tecnologías urbanas y la omnipresente smart city. Aquí, a pesar de ser muy crítico y empeñado en matizar tantas promesas del discurso de la ciudad inteligente, tengo que ser descriptivo, al menos en la primera parte. Así que será una especie de estado de la cuestión en relación a los vectores tecnológicos y los sectores de servicios urbanos más implicados en el desarrollo de una nueva generación de soluciones urbanas sostenibles. Titánico esfuerzo para el poco tiempo disponible, pero estará bien dibujar el contexto y sus actores (gobiernos locales, ciudadanía, empresas tecnológicas, utilities, prestadoras de servicios,…) antes de entrar en la necesidad de urbanizar la tecnología, punto en el que tocará profundizar en el significado de estos cambios tecnológicos, en dónde reside la eco-innovación que prometen y su capacidad real de transformar los patrones de desarrollo sostenible.
Dicho todo esto, en realidad, con no aburrir y poder provocar un buen debate de fondo me conformo.
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