lunes, 6 de mayo de 2013

La ciudad a pie de calle

En tiempos de Google Earth y de smart cities, mirar la ciudad a pie de calle puede parecer una mirada al pasado o sonar a lección de Historia ya repasada, como si ya supiéramos suficiente. Al fin y al cabo, somos seres de calle (la sociedad de las aceras, que diría Manuel Delgado) y deberíamos tener bien afinado el ojo sobre cómo son las calles más atractivas. Pero no parece tan sencillo y aun nos preguntamos por qué ciertas calles son tan poco atractivas para los peatones, por qué ciertas calles no tienen vida, dan la sensación de abandono o no forman parte del mapa mental de la ciudad vivida por los vecinos. The city at eye level. Lessons for street plinths (editado por Meredith Glaser, Mattijs van 't Hoff, Hans Karssenberg, Jeroen Laven y Jan van Teeffelen) constituye una nueva exploración sobre la calidad de nuestras calles y el espacio compartido en las ciudades y es fruto de la experiencia de la agencia Stipo en diferentes proyectos en ciudades holandesas en la investigación y mejora de ese punto de contacto entre lo público y lo privado que constituyen los pisos superficiales de los edificios. Aquí puedes encontrar más información sobre el libro y descargarlo.


La escala humana en una ciudad es básicamente la altura de los ojos, donde alcanza la mirada a velocidad peatonal. Claro que las ciudades también son edificios en altura, pero esas alturas no son objetivo de la mirada cotidiana. Y claro también, subidos en los medios de transporte, la mirada también se transforma y los detalles que son visibles a la velocidad caminante se distorsiona. Sin embargo, lo que da vitalidad a las calles -con sus consecuentes efectos en términos sociales, económicos, etc.- es la configuración de esa fachada a pie de calle. O, al menos, en buena medida la fachada de los edificios -ese plinth al que alude el titulo- es parte también del espacio público y debería diseñarse y cuidarse como tal. Sin embargo, como todas las cosas que son obvias o que damos por hechas, puede que se le de menos importancia de la que tienen. Ese es al menos el punto de partida y la reclamación del libro: explorar que criterios son definitivos en la evaluación inconsciente que hacemos de las calles cuando caminamos por ellas. Ciudades como Rotterdam han puesto su interés en este nivel cotidiano para entender como activar las calles con nuevos estándares de diseño y nuevas formas de uso, concentrando esfuerzos de diseño y de reactivación del espacio público como generadores de actividad social, de dinamismo comercial y de calidad de vida.

Con este tipo de revisiones estéticas de la ciudad siempre queda la duda de cuánto tienen de determinismo formal: haz calles bonitas y se llenarán de vida. De hecho, buena parte de los casos analizados responden a barrios y calles con poca vitalidad o en decadencia, si bien hay un esfuerzo por abordar cuestiones sociales o el impacto económico de este tipo de intervenciones. Evidentemente, es innegable que un entorno con unas determinadas características y condiciones físicas -y aquí basta remitirse a Jane Jacobs, Jan Gehl, entre otros- afecta a nuestra percepción sobre la calidad del espacio público, sobre la seguridad subjetiva, sobre la actividad social, etc. Pero no es suficiente para tener el mapa completo. La pujanza o el deterioro de calles y barrios tiene que ver con factores estructurales, con decisiones y priorizaciones institucionales, con preconcepciones sociales, etc. que tienen una influencia mucho mayor (y más difícil de corregir con simples decisiones de diseño estético) a la hora de configurar y determinar la vida en la ciudad.


Sin embargo, no es posible descartar que intervenciones de pequeña escala pueden tener impactos enormes a un coste relativamente pequeño sin necesidad de ir a intervenciones a gran escala. Favorecer usos públicos en la calle no pasa necesariamente por construir nuevas dotaciones de espacios abiertos. Favorecer usos mixtos puede conseguirse a través de aproximaciones alternativas a la forma tradicional de dotar superficies comerciales, diseñar accesos a los edificios de viviendas o repensar el contacto entre las aceras y el viario. De la misma forma que Urban Code es una exploración casi etnográfica sobre el uso y la vida en la ciudad, The city at eye level es una invitación a recuperar lo cotidiano y a recuperar la mirada hacia la escala de lo pequeño.

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1 comentario :

  1. Muy interesante el aporte que hace Manu, me gusta mucho la idea de abordar a otra escala la intervención de la calle, con espacio público de calidad pero también como generador económico y atractor de personas

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