Cada cierto tiempo, Richard Florida y Joel Kotkin miden sus egos y me divierte seguir el rastro que dejan en sus respectivos altares para alimentar su batalla personal. Hace unos días Kotkin dió primero con un artículo provocador, Richard Florida concedes the limits of the creative class, (nótese cómo siempre acuden a la alusión personal para que quede claro desde el principio) llevando a su terreno -atacar la idea de la clase creativa pero, sobre todo, a su autor y, de paso, otras visiones sobre la ciudad que no sean las que defiende desde su particular visión neoliberal y conservadora- un artículo de enero de Florida, More losers than winners in America's new economic geography. En este artículo, Richard Florida repasa el impacto de la clusterización del talento en determinados entornos más capaces de atraer a sus clases creativas y llega a la conclusión, más o menos, de que los efectos positivos en el conjunto de la población son más bien escasos y que, en cambio, produce un aumento del esfuerzo general para acceder a la vivienda.
En el posterior Richard Florida concedes the limits of the creative class, Kotkin aprovecha ese artículo de enero para quedarse a gusto, al hacer su lectura particular sobre el post en el que Florida hace balance de quién ha salido ganando y perdiendo en la crisis. Tirando de estadísticas (como otras veces, a su manera y de forma bastante endeble), Florida, en efecto, reconoce las desigualdades crecientes entre las personas mejor formadas y en los sectores que él suele incluir entre las clases creativas, hecho que Joel Kotkin aprovecha para lanzar su diatriba personal en la que afirma que Florida reconoce los límites de la clase creativa y aprovecha para saldar cuentas con las ciudades que han seguido en estos años los consejos de Florida y poner en cuestión algunos de los temas más recurrentes de los últimos años (densidad vs. sprawl, distribución racial, mercado inmobiliario, desigualdad, crecimiento económico, etc.). Claro que Kotkin coge la parte que le interesa para sacar sus propias fobias (todas esas referencias a los hipster que, todo hay que decirlo, es una visión reduccionista de las tipologías de trabajadores que normalmente Florida incluye en su clase creativa).
Como el titular elegido era suficientemente hiriente, Florida no ha tardado en contestar con un artículo, Did I abandon my creative class theory? Not so fast, Joel Kotkin, que empieza con un Joel Kotkin is at it again, que ya marca el nivel de la batallita y que, como no podía ser de otra manera, ya no es más que una sucesión de auto-justificaciones, alusiones personales y juicios ideológicos. Entre otras cosas, además de llamar a Kotkin "cheerleader for suburban sprawl" -cosa que ya sabíamos- pone en evidencia muchos prejuicios y obsesiones con los que funciona Kotkin.
En realidad el tema no da para más, entre otras cosas porque en buena medida, es una batalla entre posiciones extremas vinculadas a claves ideológicas significativas sólo en Estados Unidos, las grandes ciudades vs. las áreas rurales y las ciudades suburbanas y sus respectivas vinculaciones ideológicas. Cada uno de estos dos autores tiene su propia agenda y unas concepciones muy orientadas a proteger sus intereses y las posiciones que han defendido en los últimos años, así que ya no es momento de bajarse del burro. Pero para ambos, la realidad de la profunda descomposición económica les tiene a los dos muy desorientados y entretenidos buscando las estadísticas que les justifiquen. Después de tanto tiempo, las ideas de Florida apenas se sostienen porque han demostrado muy poco en la práctica (por no hablar de la endeblez de algunos de sus supuestos teóricos y otros problemas metodológicos) y las de Kotkin siguen queriendo defender un Estados Unidos que ya no existe y con una clara agenda conservadora. Sin embargo, no es menos cierto que Kotkin ha acertado a entrever que Florida se está dando de bruces con los reproches que durante años los críticos de la teoría de la clase creativa han lanzado.
En el posterior Richard Florida concedes the limits of the creative class, Kotkin aprovecha ese artículo de enero para quedarse a gusto, al hacer su lectura particular sobre el post en el que Florida hace balance de quién ha salido ganando y perdiendo en la crisis. Tirando de estadísticas (como otras veces, a su manera y de forma bastante endeble), Florida, en efecto, reconoce las desigualdades crecientes entre las personas mejor formadas y en los sectores que él suele incluir entre las clases creativas, hecho que Joel Kotkin aprovecha para lanzar su diatriba personal en la que afirma que Florida reconoce los límites de la clase creativa y aprovecha para saldar cuentas con las ciudades que han seguido en estos años los consejos de Florida y poner en cuestión algunos de los temas más recurrentes de los últimos años (densidad vs. sprawl, distribución racial, mercado inmobiliario, desigualdad, crecimiento económico, etc.). Claro que Kotkin coge la parte que le interesa para sacar sus propias fobias (todas esas referencias a los hipster que, todo hay que decirlo, es una visión reduccionista de las tipologías de trabajadores que normalmente Florida incluye en su clase creativa).
Como el titular elegido era suficientemente hiriente, Florida no ha tardado en contestar con un artículo, Did I abandon my creative class theory? Not so fast, Joel Kotkin, que empieza con un Joel Kotkin is at it again, que ya marca el nivel de la batallita y que, como no podía ser de otra manera, ya no es más que una sucesión de auto-justificaciones, alusiones personales y juicios ideológicos. Entre otras cosas, además de llamar a Kotkin "cheerleader for suburban sprawl" -cosa que ya sabíamos- pone en evidencia muchos prejuicios y obsesiones con los que funciona Kotkin.
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