El programa UN-Habitat de las Naciones Unidas ha publicado una nueva edición del Global Report on Human Settlements, este año relativo a la planificación de ciudades sostenibles. Según indica el prólogo:
Planificación de ciudades sostenibles: Informe Mundial sobre los Asentamientos Humanos, 2009 examina la poca atención que se ha prestado en todas partes a satisfacer las necesidades de la mayoría de los habitantes de la ciudad, sobre todo en las ciudades predominantemente pobres y en rápido crecimiento del mundo en desarrollo, y señala las vías para reformar la planificación urbana. En el informe se señala la alarmante tendencia que se observa en la mayoría de las ciudades de países desarrollados y países en desarrollo: por una parte, la proliferación de barrios suburbanos y comunidades con admisión controlada para personas con alto poder adquisitivo y, por la otra, el incremento simultáneo de casas de vecindad superpobladas, enclaves étnicos, barrios marginales y asentamientos sin infraestructura. También han surgido grandes contrastes entre complejos de producción y empresas dotados de todos los servicios y tecnológicamente avanzados, como son las zonas francas industriales, y otras zonas que se caracterizan por una industria decadente, fábricas donde se explota a los trabajadores y empresas sin una organización definida.
Algunos titulares que veremos en la prensa los próximos días:
Larga y bizantina disputa esta de la necesidad de planificación urbana. Vuelve a ser uno de esos temas estético-ideológicos de los que hemos hablado alguna vez. O estás en esa clave, o da igual los esfuerzos que alguien haga por convencerte de la necesidad de planificar las ciudades. Porque hay palabras que dan urticaria a los pretendidamente liberales y, sin embargo, son palabras que, ante la dimensión global del reto urbano, con unas altísimas tasas de crecimiento de la población urbana, están aún vigentes: gobiernos fuertes capaces de liderar procesos de transformación, normas claras para la regulación de los mercados del suelo, marcos institucionales flexibles y ágiles para la ordenación del territorio, sistemas de protección de los valores ambientales y patrimoniales, preservación de la función social y pública del urbanismo, etc. ¿Cuál es la nueva función de la planificación urbana en el siglo XXI? La misma de siempre, la misma que muchas veces se ha olvidado, y que en la revisión del libro Esquinas inteligentes reflejamos:
Planificación de ciudades sostenibles: Informe Mundial sobre los Asentamientos Humanos, 2009 examina la poca atención que se ha prestado en todas partes a satisfacer las necesidades de la mayoría de los habitantes de la ciudad, sobre todo en las ciudades predominantemente pobres y en rápido crecimiento del mundo en desarrollo, y señala las vías para reformar la planificación urbana. En el informe se señala la alarmante tendencia que se observa en la mayoría de las ciudades de países desarrollados y países en desarrollo: por una parte, la proliferación de barrios suburbanos y comunidades con admisión controlada para personas con alto poder adquisitivo y, por la otra, el incremento simultáneo de casas de vecindad superpobladas, enclaves étnicos, barrios marginales y asentamientos sin infraestructura. También han surgido grandes contrastes entre complejos de producción y empresas dotados de todos los servicios y tecnológicamente avanzados, como son las zonas francas industriales, y otras zonas que se caracterizan por una industria decadente, fábricas donde se explota a los trabajadores y empresas sin una organización definida.
Población urbana por regiones. 2005-2050
El presente informe aporta numerosos ejemplos de urbanización sostenible equitativos y de gran efecto, que están contribuyendo a definir un nuevo papel para la planificación urbana. Recomiendo la lectura de la información y el análisis que contiene a todo el que esté interesado en fomentar centros urbanos y ciudades económicamente productivos sin perjuicio para el medio ambiente y que promuevan la inclusión social.Algunos titulares que veremos en la prensa los próximos días:
- 200.000 nuevos ciudadanos cada día: una ciudad de la dimensión de Santiago cada mes
- Crecimiento urbano incontrolado: Crisis urbana
- Los urbanistas son fundamentales para afrontar los problemas que traen consigo el cambio
- climático y los desastres naturales
- Es necesario que la planificación urbana asuma una nueva función en el siglo XXI
Larga y bizantina disputa esta de la necesidad de planificación urbana. Vuelve a ser uno de esos temas estético-ideológicos de los que hemos hablado alguna vez. O estás en esa clave, o da igual los esfuerzos que alguien haga por convencerte de la necesidad de planificar las ciudades. Porque hay palabras que dan urticaria a los pretendidamente liberales y, sin embargo, son palabras que, ante la dimensión global del reto urbano, con unas altísimas tasas de crecimiento de la población urbana, están aún vigentes: gobiernos fuertes capaces de liderar procesos de transformación, normas claras para la regulación de los mercados del suelo, marcos institucionales flexibles y ágiles para la ordenación del territorio, sistemas de protección de los valores ambientales y patrimoniales, preservación de la función social y pública del urbanismo, etc. ¿Cuál es la nueva función de la planificación urbana en el siglo XXI? La misma de siempre, la misma que muchas veces se ha olvidado, y que en la revisión del libro Esquinas inteligentes reflejamos:
1. Vivir en entornos con calidad estética. La ordenación del espacio urbano persigue dotar a los habitantes de la ciudad de un espacio agradable, un espacio que pueda ser vivido porque se ha organizado de forma amable y bella.También te puede interesar:
2. Satisfacer los derechos básicos de ciudadanía. La ordenación urbanística trata de contribuir a la gran promesa urbana, ser un espacio de ciudadanía y de ejercicio pleno de los derechos básicos: vivienda, salud, protección, socialización, educación, desarrollo cultural e intelectural, etc.
3. Promover el uso eficiente de los recursos. La práctica urbanística trata de organizar el espacio atendiendo a la escasez, no sólo del suelo, sino también del resto de materiales y flujos que intervienen en el metabolismo urbano.
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