La construcción del imaginario de la smart city responde a un esquema básico de identificación de problemas y soluciones. Problemas señalados por los agentes creadores del imaginario y soluciones que son precisamente las que esos creadores disponen en su portfolio comercial.
En realidad, la smart city tiene poco que ver con las ciudades, razón por la cual podemos afirmar que en su despliegue discursivo no hay apenas referencia alguna al conocimiento generado desde las ciencias sociales en los últimos años sobre la ciudad y sus diferentes dimensiones. De esta forma es como opera el mito de la suficiencia tecnológica, al trasladar la idea de que el consumo de energía es una cuestión puramente tecnológica (smart grids y sus diferentes componentes), la seguridad pública es una cuestión puramente tecnológica (las cámaras de video-vigilancia, los sistemas de reconocimiento facial,…), la ordenación del tráfico es una cuestión puramente tecnológica (el procesamiento de datos en tiempo real, las salas de control, los sistemas de identificación automática de matrículas para las multas, etc.) y así sucesivamente en todos los vectores horizontales y verticales de la representación sistémica de la smart city. De esta manera, los proponentes principales de este imaginario –al fin y al cabo, operadores en el negocio de la smart city- obvian cualquier otro elemento extemporáneo respecto a la tecnología: la normativa, el diseño de los objetos inteligentes, los conceptos más complejos y profundos sobre la ecología urbana, la realidad multidimensional de la seguridad pública, el funcionamiento de las economías urbanas, los condicionantes de la política local, las capacidades internas de la administración pública, etc.
GREENFIELD, Adam (2013) Against the smart city, Do Projects, Nueva York
McCULLOUGH, Malcolm (2014) Ambient commons. Attention in the age of embodied information, MIT Press, Cambridge
SÖDERSTRÖM, Ola, Till PAASCHE y Francisco KLAUSER (2014) “Smart cities as corporate storytelling”, en City: analysis of urban trends, culture, theory, policy, action, 18:3, 307-320
TOWNSEND, Anthony (2013) Smart Cities: Big Data, Civic Hackers, and the Quest for a New Utopia. New York: W. W. Norton & Company.
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Tras la primera presentación que hice de la estructura de la tesis (The myths behind the smart city technological imaginary (PhD brief notes #1)), a partir de ahora iré publicando algunos retazos del texto, que va avanzando. En algunos casos serán notas bastante desestructuradas o incluso una sucesión de citas, pero igual sirven como guía para entender cómo va evolucionado los temas que voy trabajando, qué referencias nuevas van apareciendo, etc.
“In its campaign, IBM constantly emphasizes the problems and shortcomings of the contemporary city. In general terms, the company argues that with ‘rising urban populations, ageing infrastructures, and shrinking tax revenues today’s cities demand more than traditional solutions’. Across domains, cities, in IBM’s urban theory, are facing the same issues: ‘growing demands’, ‘tightening budgets’, ‘financial deficits’, ‘volatile markets’, ‘growing complexities’, ‘pollution’, ‘urban growth’. The city is in other words a ‘sick city’ permeated by a series of pathologies. To confront them, municipalities are hampered by ‘inadequate systems to serve basic needs’, ‘obsolete’ or ‘broken technologies’, ‘litigation costs’, ‘benefit frauds’ and ‘wasted time’. In short, the picture is grim and cities appear close to a fatal breakdown”. (SÖDERSTRÖM, PAASCHE y KLAUSER, 2014)Desde esta problematización, el recurso a la utopía urbana es inmediato. La smart city es, en este sentido, una nueva utopía como anteriormente lo han sido tantos y tantos modelos urbanos que a lo largo de la Historia han querido ofrecer una solución definitiva y universal a los problemas urbanos. Utopía, en este sentido, es la otra cara del pesimismo en torno a la ciudad. La ciudad jardín como utopía ante la insalubre vida en las naciente sociedad industrial. La ciudad Futurama de la Feria Mundial de Nueva York de 1939, momento de esplendor de la ciudad del automóvil y de General Motors como agente creador de su régimen discursivo . Es sintomático e ilustrativo, tal como rescata Townsend, este párrafo descritivo de la Feria Mundial de Nueva York del ensayista Walter Lippman:
“General Motors has spent a small fortune to convince american public that if it wishes to enjoy the full benefit of prívate enterprise in motor manufacturing, it will have to rebuild its cities and its highways by public enterprise”.La ciudad radiante como utopía ante la desordenada ciudad del siglo XX. La smart city como utopía ante la compleja y desorganizada ciudad contemporánea, una utopía que cierra los ojos ante el fracaso de utopías previas:
“The disappointing legacy of the Garden cities and the battles over motorization are a sobering lesson for those who think they can master-plan smart cities in the coming century” (TOWNSEND 2013:107).De hecho, la propia utopía de la ciudad motorizada imaginaba un futuro objetual –el coche- en lugar de las consecuencias de su generalización. En este sentido, una buena ciencia ficción, como bien expresó Frederik Pohl, no es aquella que imagina el coche, sino que imagina los atascos de tráfico (“A good science fiction story should be able to predict not the automobile but the traffic jam.”). Por ello, esta historia de los últimos 50 años tiene mucho que enseñarnos sobre el exceso de optimismo en torno a una determinada tecnología (McCULLOUGH 2014:29):
“Social historians often warn of the unintended consequences of sudden infatuations with new technologies. Just as Americans rushed to do anything and everything in cars half a century ago, so, today, people worldwide are rushing to do anything and everything on socially linked smart devices, often all at once. It was decades before experts recognized the physical, social, and environmental health consequences of overreliance on the automobile. How long will it take to recognize the consequences of much wider overreliance on smart devices?”De la misma forma, hoy desde la smart city se imaginan los diferentes productos que reconfigurarán las ciudades, pero apenas se presta atención a sus consecuencias. Si no pudimos prever la contaminación, la obesidad, el consumo de territorio, la dependencia del petróleo, la inseguridad viaria o el cambio climático, ¿qué consecuencias no está atendiendo el marco de la smart city y que aparecerán en las próximas décadas? Como afirma GREENFIELD (2013) refiriéndose a los valores que encerraba la ciudad moderna del CIAM y la manera en que la smart city más canónica se asemeja a ella, sabemos cuál es el balance de ese utopismo de la primera mitad del siglo XX:
“We know –empirically, conclusively, decisively- what citties designed according to these principles look and feel today. We know how they work. And waht we know isn´t very promising for the future of any putatively smart city planned along similar lines”.(GREENFIELD 2013)Resulta sintomático e ilustrativo hacer el recorrido a través de las descripciones sobre la realidad actual de las ciudades –siempre pensadas en términos genéricos descontextualizados y con un claro sesgo hacia la ciudad en países desarrollados con una dotación previa de infraestructuras que hay que renovar- para entender este pesimismo. Se trata de un pesimismo que, además, selecciona una serie de problemas a resolver: un tráfico caótico, unas infraestructuras de saneamiento de agua ineficientes, una red eléctrica deficitaria,… No es nada pesimista sobre los problemas de acceso a los servicios básicos, sobre la falta de democracia, sobre los conflictos sociales, etc.
En realidad, la smart city tiene poco que ver con las ciudades, razón por la cual podemos afirmar que en su despliegue discursivo no hay apenas referencia alguna al conocimiento generado desde las ciencias sociales en los últimos años sobre la ciudad y sus diferentes dimensiones. De esta forma es como opera el mito de la suficiencia tecnológica, al trasladar la idea de que el consumo de energía es una cuestión puramente tecnológica (smart grids y sus diferentes componentes), la seguridad pública es una cuestión puramente tecnológica (las cámaras de video-vigilancia, los sistemas de reconocimiento facial,…), la ordenación del tráfico es una cuestión puramente tecnológica (el procesamiento de datos en tiempo real, las salas de control, los sistemas de identificación automática de matrículas para las multas, etc.) y así sucesivamente en todos los vectores horizontales y verticales de la representación sistémica de la smart city. De esta manera, los proponentes principales de este imaginario –al fin y al cabo, operadores en el negocio de la smart city- obvian cualquier otro elemento extemporáneo respecto a la tecnología: la normativa, el diseño de los objetos inteligentes, los conceptos más complejos y profundos sobre la ecología urbana, la realidad multidimensional de la seguridad pública, el funcionamiento de las economías urbanas, los condicionantes de la política local, las capacidades internas de la administración pública, etc.
“It´s just barely possible that their effort will produce impressive pictures for a website or a brochure –something staged nd static, in other words- but it badly mistakes the dynamics that undergrid the quality of urban life. That is to say that skylines, bustling street scenes and gemlike little parks are epiphenomenal. Like the other features and amenities being called out here, they arise in response to the needs of a great many of people of different proclivities, interacting with one aanother over reasonably long periods of time. And these, of course, are precisely the elements that are missing from Songdo and its peers”.----
(GREENFIELD 2013)
GREENFIELD, Adam (2013) Against the smart city, Do Projects, Nueva York
McCULLOUGH, Malcolm (2014) Ambient commons. Attention in the age of embodied information, MIT Press, Cambridge
SÖDERSTRÖM, Ola, Till PAASCHE y Francisco KLAUSER (2014) “Smart cities as corporate storytelling”, en City: analysis of urban trends, culture, theory, policy, action, 18:3, 307-320
TOWNSEND, Anthony (2013) Smart Cities: Big Data, Civic Hackers, and the Quest for a New Utopia. New York: W. W. Norton & Company.
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Tras la primera presentación que hice de la estructura de la tesis (The myths behind the smart city technological imaginary (PhD brief notes #1)), a partir de ahora iré publicando algunos retazos del texto, que va avanzando. En algunos casos serán notas bastante desestructuradas o incluso una sucesión de citas, pero igual sirven como guía para entender cómo va evolucionado los temas que voy trabajando, qué referencias nuevas van apareciendo, etc.
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