Quizás te suena los planes de algunas empresas tecnológicas por pasarse al mundo del urbanismo. Puede ser una forma de diversificar porque lo de las smart cities igual no da para tanto. O puede ser una versión siglo XXI de la arquitectura del poder. Personas, líderes carismáticas y consejos de administración que también tienen sueños de grandeza y quieren dejar su impronta indeleble en la ciudad. Es una tentación irresistible por lo visto, y a ella también sucumbieron desde Disney hasta General Motors.
Leo Hollis publica esta semana un buen artículo (Why startup urbanism will fail us) sobre el significado de los planes del CEO de Zappos de invertir 200 millones en la renovación de cerca de 20 hectáreas del centro de Las Vegas.
"But can one re-imagine the dynamics of the city in the same way one thinks about a tech startup? The rhetoric of Startup Urbanism offer a new vocabulary that foregrounds disruption, open source, and connectedness as values that can be transposed from the Internet straight onto the organization of our cities streets. It supposes that, if you can get the code right, the script will run without glitches. However, such technological solutionism is simplistic, naïve at best, and, more likely, dangerously short-sighted.
The city is not a startup. It is not a market than needs to be disrupted in order to stimulate competition and growth. The city is not a platform that can be hacked. Despite the optimistic talk, it is an old language that is being spoken here: Startup Urbanism is gentrification by another name”.
Es una historia que hemos visto repetida con otros nombres y otras ciudades en los últimos años. Mientras la ciudad de IKEA en Strand East (Londres) también juega a revitalizar los centros urbanos, otras grandes empresas como Google, Amazon, Twitter, Facebook o Apple (La nueva sede de Apple. Te la han colado, Steve) han utilizado sus nuevas inversiones inmobiliarias para asociarse atributos urbanos, futuristas, hipsters o sostenibles, según el caso. Lo bueno del artículo de Hollis es que disecciona la vacuidad del discurso detrás de estos proyectos, no sólo desde el punto de vista arquitectónico, sino también del de la nueva cultura empresarial del emprendimiento, para esconder lo que seguramente no son más que operaciones de capital y especulación. Sin embargo, juegan con todo a su favor para reproducir su propia idea de ciudad a través de todos los canales imaginables para ser reverenciados como el último colmo.
Leo Hollis publica esta semana un buen artículo (Why startup urbanism will fail us) sobre el significado de los planes del CEO de Zappos de invertir 200 millones en la renovación de cerca de 20 hectáreas del centro de Las Vegas.
Credit: Tech.co
Un proyecto en el que:“one can find the seemingly perfect combination of compassionate urban regeneration and the progressive mantras of Silicon Valley capitalism”.Es un artículo que encaja bien además con el trabajo que estoy desarrollando para la tesis doctoral sobre la construcción del imaginario tecnológico de la smart city, de manera que Hollis trata de descifrar el significado del discurso detrás de este plan:
"But can one re-imagine the dynamics of the city in the same way one thinks about a tech startup? The rhetoric of Startup Urbanism offer a new vocabulary that foregrounds disruption, open source, and connectedness as values that can be transposed from the Internet straight onto the organization of our cities streets. It supposes that, if you can get the code right, the script will run without glitches. However, such technological solutionism is simplistic, naïve at best, and, more likely, dangerously short-sighted.
The city is not a startup. It is not a market than needs to be disrupted in order to stimulate competition and growth. The city is not a platform that can be hacked. Despite the optimistic talk, it is an old language that is being spoken here: Startup Urbanism is gentrification by another name”.
Es una historia que hemos visto repetida con otros nombres y otras ciudades en los últimos años. Mientras la ciudad de IKEA en Strand East (Londres) también juega a revitalizar los centros urbanos, otras grandes empresas como Google, Amazon, Twitter, Facebook o Apple (La nueva sede de Apple. Te la han colado, Steve) han utilizado sus nuevas inversiones inmobiliarias para asociarse atributos urbanos, futuristas, hipsters o sostenibles, según el caso. Lo bueno del artículo de Hollis es que disecciona la vacuidad del discurso detrás de estos proyectos, no sólo desde el punto de vista arquitectónico, sino también del de la nueva cultura empresarial del emprendimiento, para esconder lo que seguramente no son más que operaciones de capital y especulación. Sin embargo, juegan con todo a su favor para reproducir su propia idea de ciudad a través de todos los canales imaginables para ser reverenciados como el último colmo.
Diseño para la nueva sede de Amazon en Seattle. Credit: NBBJ |
Interesante. Un articulo contracorriente... ahora me lo leo
ResponderEliminarY eso por no hablar de cuando no lo hacen en el centro de las ciudades y producen aún más sprawl...
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