Una de las vertientes más interesantes de la ola smart city es la relacionada con el impulso de entornos de cooperación tecnológica para el desarrollo de nuevas soluciones urbanas. Son varias las ciudades que han optado por promover nuevos programas de investigación de diferente signo relacionada con el futuro de las ciudades y las tecnologías urbanas, bien acogiendo centros o grupos de investigación en sus universidades, bien impulsando ellas mismas, normalmente siguiendo el interés de centros tecnológicos y grandes corporaciones, nuevos centros de investigación para la innovación urbana.
Por destacar sólo algunas de estas iniciativas, tenemos por un lado el caso del Imperial College y la University College en Londres, que están impulsando en Shoreditch un centro de smart cities en alianza con Intel para impulsar el Collaborative Research Institute for Sustainable Connected Cities y con CISCO para crear el Future Cities Centre. Del mismo modo, The Crystal, una iniciativa de Siemens que abrió sus puertas hace unos pocos meses con un moderno edificio eficiente como bandera de enganche, quiere constituirse en un centro que unirá trabajos de investigación con una vertiente expositiva sobre nuevas tecnologías urbanas. Otra de estas alianzas es la de Living PlanIT (la compañía que empezó con el PlanIT Valley en Portugal y que ahora está impulsando también un proyecto en Londres) con empresas como Philips, McLaren Electronics y Hitachi Consulting en la península de Greenwich.
The Crystal |
SMU-TCS iCity Lab |
NYC Urban Technology Innovation Center |
Otras ciudades, para terminar, están sumando diferentes iniciativas en conjunto para constituir un cluster local de capacidades tecnológicas relevante. Además de los grandes hubs tecnológicos (Singapur, Boston, San Francisco,..), que por su propia capacidad ya cuentan con capacidades para posicionarse en este ámbito, otras ciudades como Helsinki (con Forum Virium, plataforma de innovación de la ciudad), Dublin (con el Smarter Cities Technology Centre que IBM ha abierto en colaboración con la ciudad), Estocolmo (apoyándose en Kista Science City, uno de los parques tecnológicos más exitosos del mundo) o Amsterdam (a través de la iniciativa Amsterdam Innovation Motor) llevan un tiempo de adelanto en la utilización de aproximaciones de laboratorio y experimentación en beta de diferentes aplicaciones digitales a la gestión urbana como fórmula de mejora del funcionamiento de la ciudad y de impulso de los agentes de sus respectivos ecosistemas de innovación urbana.
Presentados estos casos (sin agotar otras iniciativas en diferentes ciudades), la mayoría de estas iniciativas cuentan con el impulso o la financiación de grandes corporaciones, una señal más del riesgo de que la agenda de las políticas urbanas y la inversión en servicios públicos tenga sesgos evidentes. Pero convendría darles un voto de confianza porque también pueden hacer contribuciones importantes en desarrollos tecnológicos que requieren esfuerzos importantes. Más clave es, desde la perspectiva de la política pública local, que los gestores tengan claro que ahí no se acaba el mundo de las tecnologías urbanas y que la perspectiva de investigación que adopten estos centros debería “urbanizarse” (vuelvo a usar este giro de Saskia Sassen en el sentido de “urbanizar la tecnología”) para que se acerque lo más posible a las necesidades reales de la ciudadanía, con enfoques abiertos. Será la única forma de que el tejido innovador local pueda beneficiarse y la oleada de smart cities sirva para traccionar el desarrollo de capacidades globales para el mercado global de los servicios urbanos. Precisamente por ello el mapa es incompleto si no incluimos la experiencia mucho más asentada ya de modelos de investigación-experimentación-acción ya establecidos y contrastados basados en los living labs, open innovation, etc., de los que ya hemos hablado en otros posts, conceptos que estos centros que hemos comentado harían bien en considerar en sus planes de investigación y desde luego, evitar modelos de experimentación tecnológica en los que hasta las personas llegan a desaparecer.
Otras iniciativas de las que hemos repasado tienen un carácter más académico (las menos). Una contribución fundamental para dar contexto e inteligencia a las ciudades inteligentes. El despliegue tecnológico en la ciudad necesita de mucha más sociología, mucha más ciencia política (póngase aquí cualquier otro campo de conocimiento) para que las tecnologías tengan sentido y parece que las prisas por lanzar este tipo de centros, muchos de ellos directamente implicados en la implantación de proyectos y soluciones, están haciendo olvidar la necesaria multidisciplinariedad de cualquier investigación que quiera tener incidencia en la vida urbana.
Por último, es destacable el caso del Reino Unido (y también otros países), donde el futuro de las ciudades se ha convertido en un ámbito estratégico de sus planes nacionales de innovación tecnológica para los próximos años de manera que, por ejemplo, el Technology Strategy Board del Reino Unido, el motor de su estrategia de innovación, incluye el ámbito de las Future Cities como una de sus catapultas (consideración que da prioridad y pone en primera línea de interés a un tema o un centro para ayudar a pasar de la conceptualización a la comercialización), a raíz del cual se ha abierto un proceso, el Future Cities demonstrator, para movilizar importantes inversiones en algunas ciudades. Es significativo que hayan decidido optar por la ciudad como elemento tractor de diferentes sectores industriales y tecnológicos y forme parte de sus ejes críticos para el futuro de la ciencia y la tecnología en el país.
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