CORPORATE CAMPUS
Los laboratorios y centros de I+D que empezaban a integrarse en las grandes corporaciones necesitan salir del centro de las ciudades, donde hasta ese momento operaban estas compañías. No es lugar adecuado para doctores e ingenieros que, al fin y al cabo ya viven fuera de la ciudad en su ilusión suburbana. Es el principio de la historia de la suburbanización de las actividades intensivas en conocimiento en la posguerra. Bell Labs es el principal ejemplo y el premonitorio de lo que sería después el desarrollo de los corporate campus, con un primer plan de 1942 diseñado por los arquitectos paisajistas y hermanos Olmsted, iniciando así la peregrinación desde el centro de las ciudades (en este caso, Nueva York) a las periferias (las afueras de Summit, New Jersey). Un espacio de atracción para ingenieros, doctores e investigadores en un bucólico escenario suburbano. Estos campus, como concentraciones de los laboratorios especializados de la gran corporación de la post-guerra cumplen todos un patrón arquitectónico y de disposición de sus diferentes elementos: formación circular o cuadrada de los diferentes edificios, que encierran un gran espacio verde y rodeados de árboles, parking y ondulantes líneas en el terreno.
Es el comienzo de las grandes operaciones de marketing para que las empresas aparecieran en la prensa como agentes creadores de entornos privilegiados para vivir y trabajar sin tener que pasar por las ciudades. Es el tiempo en el que estos folletos y anuncios promocionan los valores familiares de la gran corporación y apuntalan la mala imagen que tuvieron los centros urbanos y los CBD en aquellos días. Nacen así los espacios destinados a centralizar y racionalizar las funciones de investigación en la empresa burocrática, con el argumento de estimular la creatividad de los trabajadores más cualificados.
GENERAL ELECTRIC ELECTRONICS PARK (SYRACUSE, 1949). Imagen tomada de USGW
BELLS LAB. Imagen tomada de The Architects Newspaper
CORPORATE ESTATE
Como dijimos, las empresas a principios de los ´50 descubren el éxito de los campus de investigación y apuestan por extender este concepto a sus propias sedes administrativas (headquarters). General Foods, Deere Company y Conneticut General Life Insurance Company destacan aquí por ser los proyectos más simbólicos de esta nueva tipología, que saca ahora del centro de las ciudades a los altos ejecutivos de sus empresas. La ciudad no es lugar para los white-collars. De nuevo, se repite el cuidadoso diseño paisajístico para crear un escenario simbólico de poder en un entorno natural idealizado como iconos de la gran empresa multinacional capitalista, en una tradición que alcanza hasta nuestros días y que, sobre todo en la década de los ´90 vió su gran expansión. De hecho, El éxito de estas formas, en especial del edificio de Deere Company, trajo consigo inmunerables premios arquitectónicos y la explosión de sedes corporativas suburbanas en los ´70, época en la que nacieron las sedes de PepsiCo, American Can o Union Carbide. Y, al igual que los primeros corporate campus en las afueras de San Francisco pusieron el germen de lo que hoy conocemos como Silicon Valley, la expansión de sedes corporativas en los alrededores de Boston fue el detonante de otro de las áreas especializadas de investigación más conocidas y pujantes hoy en día, la Route 128.
DEERE & COMPANY ADMINISTRATIVE CENTER (ILLINOIS, 1964). Imagen tomada de Gardenvisit
PEPSICO HEADQUARTERS (HARRISON, NEW YORK, 1970). Imagen tomada de Glassdoor
OFFICE PARK
Y por evolución, llegamos al gran modelo de expansión territorial vinculada a la economía del conocimiento y los servicios profesionales. Los grandes parques de oficinas son hijos de una nueva fase económica de la gran empresa corporativa, que en los ´60 comienza a expandir su poder a través de sedes regionales, pero también es la fase del nacimiento de lo que hoy llamaríamos las primeras startups tecnológicas y la consolidación de la economía de los servicios y lageneralización de los servicios profesionales a las empresas (marketing, abogados, consultoría, auditoría,..). Todas estas nuevas necesidades de la organización del trabajo reclaman un espacio en las afueras de las ciudades, creándose para ello un amplio proceso de zonificación para acoger en casi cualquier ciudad espacios de oficinas de alquiler, beneficiándose para ello de rebajas y exenciones fiscales y aprovechando la extensión del gran proyecto de post-guerra de extensión de la red de autopistas interestatales.
De nuevo, el patrón de los grandes espacios urbanos mezclados entre la modernidad arquitectónica se repite, proclamando las ventajas de salir de la confusa complejidad de las ciudades para asentarse en desarrollos monotemáticos y funcionales alrededor de un escenario simbólico de naturaleza idealizada y modernidad arquitectónica.
En esta categoría entran como precursores otros grandes espacios de alta concentración de actividades de I+D como el primer parque universitario dirigido a la investigación, el de la Universidad de Stanford, en San Francisco. (Stanford Research Park), pero también del Research Triangle Park en Carolina del Norte, ambos procesos de ocupación urbanística en permanente estado abierto que se han ido completando a lo largo de las cuatro últimas décadas.
THE OFFICE PARK, MOUNTAIN BROOK (ALABAMA, 1951). Imagen tomada de Wikimania
STANFORD INDUSTRIAL PARK (PALO ALTO, 1960). Imagen tomada de Palo Alto Historical Association
DE ESTADOS UNIDOS AL MUNDO
Aunque el libro es un repaso histórico al nacimiento de la idea del paisaje capitalista suburbano en Estados Unidos, Mozingo termina su libro con una revisión de cómo esta idea se ha extendido por el mundo. Y es que el modelo se extendió tardíamente en el mundo, más fácilmente en los países anglosajones, con una tradición urbanística similar y un contacto más fluido entre sus escuelas de arquitectura. Pero, al fin y al cabo, también llegó a Europa. Mozingo destaca aquí cómo IBM fue la primera empresa norteamericana en establecer un centro de investigación fuera de los Estados Unidos, y cómo a principios de los ´70 abrió la sede regional europea en Portsmouth, y unos años antes ya lo había hecho en Francia. Las empresas de capital europeo tardaron algo más de tiempo, pero Volvo, por ejemplo, abrió su centro de I+D fuera de Goteborg en los primeros ´80. Y, con ello, llegó la generalización que hoy podemos encontrarnos en cualquier ciudad, a medida que nos acercamos a ella por carretera y descubrimos cómo el anillo exterior de las mismas está dominado por un paisaje de desarrollos para oficinas, parques tecnológicos y sedes corporativas.
El anterior artículo lo terminaba con unas reflexiones sobre el significado de este proceso histórico que ha llegado hasta nuestros días. Más allá del interés por el estudio histórico, arquitectónico y paisajístico, la huida de las empresas del centro de las ciudades en un determinado momento ha tenido una importancia clave en desarrollo de la organización del trabajo, en la definición del modelo de empresa predominante en las últimas décadas, en la estructuración de los espacios vitales y, en general, en la organización de los procesos económicos. Todos hijos de su época, de la que estos desarrollos urbanísticos son su reflejo (y, tamibén, de alguna forma, sus multiplicadores). Pero con la emergencia de nuevas formas de organización del trabajo en torno a esquemas no centralizados ni burocráticos como los que ofrece la sociedad digital, ¿seguirán teniendo sentido durante mucho tiempo estos desarrollos?
Imagen de portada correspondiente a la sede de Microsoft.
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