En fin, a lo que iba. Que esta vez voy a dedicar unas líneas a la última ocurrencia de estos genios que ocupan portadas de diarios supuestamente serios día sí y día también. El último último efecto de marketing de Apple ha sido presentar al mundo su nueva sede corporativa. Es ver las primeras fotos y pensar que es una auténtica idiotez de edificio. Para mayor gloria de Steve Jobs, de Norman Foster y de la banalidad de la era de las manzanas. La Ciudad de Apple, con todos los ingredientes del urbanismo-espectáculo: por supuesto, lo primero, sus ventajas medioambientales pero, sobre todo, su falsa auto-concepción como ciudad, apropiándose de un concepto -la ciudad- que un desarrollo monofuncional como el diseñado niega completamente; su gigantismo y su modernidad complaciente (a estas alturas, ¿una nave espacial?).
Lo más sorprendente es que, con una primera impresión, uno piensa que al pobre Jobs se la han colado, o que ha caído en la fatuidad de la arquitectura con firma estrella. Le han colado un proyecto constructivo que, conceptualmente, chirría por todos lados con la supuesta imagen urbana, dinámica, cosmopolita y abierta de Apple.
Por un lado, porque siendo Foster su arquitecto, el referente más cercano de este proyecto es Masdar, una ciudad en medio del desierto que no por tener paneles solares se convierte en sostenible. Peor aún, es un proyecto anti-urbano: alejado de la ciudad, sin esquinas ni calles, un edificio circular es la perfecta expresión del ensimismamiento y del aislamiento. Kaid Benfield, como siempre, apunta en la misma dirección señalando que el proyecto va justo en dirección contraria a lo que muchas grandes empresas están intentando -al menos, en ciertas zonas de Estados Unidos- volviendo al centro de las ciudades para aprovechar la efervescencia de la vida urbana y, quién sabe, corriendo así el mismo riesgo que otras empresas corrieron al auto-encerrarse en edificios que quizá reflejan escapismo, huida y auto-exclusión más que otra cosa. Visto desde la distancia con la que miro las novedades de Apple, pero la cercanía con las que sigo por dónde van las cosas en cuanto a la economía urbana, el desarrollo tecnológico y el urbanismo sostenible, resulta un proyecto sorprendentemente equivocado. Me xtraña viniendo de una compañía que nos hace creer que es el colmo de la modernidad y que somos el colmo de la modernidad si compramos sus aparatos, que se instalara en un centro urbano, en un brownfield proclamando su aspiración a ser motor de la renovación de la comunidad o cualquier otra cosa. Para mí que se la han colado a este hombre porque es un proyecto completamente lastrado por el pasado, por una concepción muy vieja de los usos del espacio, de las relaciones empresa-ciudad y de la sostenibilidad.
Imagen: Apple via YouTube
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