El artículo alude a la Barcelona canalla, de la que Andrés decía en su comentario:Si vienen tantos visitantes y Barcelona está tan de moda, será que Barcelona es una ciudad magnífica, ¿no? Pues según. Las Vegas siempre ha tenido muchos visitantes y siempre ha estado de moda, pero no conozco a nadie que quiera vivir allí. Barcelona se ha convertido en un gran destino turístico, y eso comporta sus problemas.Somos un destino barato y liberal.
Da igual: el caso es que somos un destino barato y liberal, y eso ya tiene mal arreglo.
Barcelona siempre ha sido más bien canalla, reconozcámoslo. El tema no es de ahora. La ciudad de los setenta, que tanto se añora por su tolerancia, no era esencialmente distinta a la de hoy. Ahora se superponen, sin embargo, nuevos fenómenos: los sentimientos de modernidad aséptica y de "patrimonio" urbano estimulados entre la élite (recuerden que en Barcelona manda una pequeña élite hereditaria) por el fenómeno de la transformación olímpica; la duda identitaria y la pasividad comunes a cualquier catalán contemporáneo; el turismo de bajo coste (antes limitado a la Sexta Flota), y la desaparición de alternativas económicas
Es una ciudad que a la fuerza se agarra al turismo, y a la continua rutina de fiesta fingida que ello implica.No sé si somos conscientes de nuestra decadencia. Probablemente sí, y el conformismo general certifica el fenómeno. No sé si somos conscientes de que tras el escaparate no hay nada.
Me encanta esa revindicación de la Barcelona "canalla" que hace (su verdadera virtud, y que nadie reivindica -por suerte, mejor que siga así clandestina-) y que me recuerda a esa tan lúcida de Maruja Torres que decía que esta ciudad, por mucho que la vistan de diseño, "se le sale el carácter destartalado mediterráneo por todas las costuras".

Pequeños espacios de resistencia sin ruido, grandes momentos de reivindicación ruidosa, simplemente la normalidad de hacer la misma vida más allá de la nueva ciudad,...hasta que ya no sea posible mantener ningún espacio de la Barcelona canalla, del Bilbao tropical, del Madrid castizo, del Londres obrero, del Getxo pesquero, de la Atenas pirata...para bien o para mal, cosas de la modernidad. Modernidad nada líquida: aplastante.
También te puede interesar:
- Barcelona: historias de amor y odio
- Comentarios al libro "Odio Barcelona"
- El libro "Odio Barcelona"
- Profundizando en el malestar urbano
- ¿Miente Barcelona?
- Ciudades libres
- Las peores ciudades
- Serendipia urbana #1. Barcelona
foto 2 vía Fran G. Rojas en PBase.
Barcelona me cautivo la primera ve que la visite fue en época de carnaval una ciudad que a pesar de de que como dices haber tenido su "update" desde el marketing aún tiene un soporte de memoria colectiva que la sostiene más allá de las modas de turno. Imagina por un segundo que nuestras ciudades aquí en Chile tienen el signo de lo telúrico y su desarrollo es casi a la fuerza un manifiesto de los futuristas,"que cada generación construya su propia ciudad" , en vez de la guerra como eje modelador nosotros tenemos los terremotos y volcanes..ya viste Chaitén? Un abro desde el Sur del Mundo
ResponderEliminar¡Bueno!, esto es el no parar ;) gracias por las referencias. Poco más que añadir, salvo que, al contrario que tú, no creo que se pueda acabar con el espíritu primigenio de las ciudades: se lo puede acorralar, reducir, pero... ¿qué sino haría que siguiéramos en ellas? Son entes demasiado complejos, vivos y grandes como para acabar con eso. Por cierto, aludes al espíritu castizo del mejor Madrid (castizo en el sentido también de algo canalla y despreocupado, no de gorras y chulapas), y debiéramos inaugurar una línea de debate sobre la estrategia de acoso y derribo en que está embarcado el faraón en Gallardongrado para acabar con él. Un abrazo, y me alegro de que en el triángulo Tenerife/Barcelona/Bilbao estemos tan de acuerdo. AM
ResponderEliminarPerdón, una cosa más que olvidaba: ¿qué pasará cuando ya no se pueda fingir más, cuando no seamos capaces de seguir vendiendo lo que en el fondo es un engaño, cuando todos los visitantes se den cuenta de que "esto.no.es.para.tanto" y empiecen a abandonarnos?
ResponderEliminarEs difícil que Venecia -otro ejemplo extremo del que creo hemos hablado en otra ocasión- alguna vez pueda resultar decepcionante, el visitante encontrará lo que buscaba incluso después de su hundimiento.
Pero en Venecia nadie se llama a engaño, lo que ofrece es lo que hay, y eso es mucho. Ese es pues el riesgo de estas estrategias reduccionistas de marca, que trabajan con lo etéreo, lo guay, que estimulan zonas inconscientes del cerebro, sensaciones. Y eso, amigos, dura lo que dura: al fin y al cabo un iPod se puede tirar a la basura cuando pase de moda, pero aquí seguiremos viviendo gente; y entonces, quizás, será mejor: pero que nadie se empeñe en que eso no se llama DECADENCIA.
@Andrés Durán: sí, he leido estos últims meses alguna referencia de lo de Chaitén. Efectivamente, cada generación quiere construir su propia ciudad, o quizá mejor, cada poder generacional quiere dejar huella física de su poder.
ResponderEliminar@Andrés: tienes razón, me salió un tono demasido pesismista respecto a la posibilidad de resistencia frente a la impostura urbana, no lo sé.
ResponderEliminarY tienes razón también en lo de Madrid, es hora de meterle mano ;-)
Adelante con Madrid entonces, ¡seguro que le puedes sacar punta! AM
ResponderEliminar